Catalanes, vascos y madrileños. La cuestión territorial para los jóvenes españoles

La cuestión catalana, además de marcar la actualidad política y mediática en España, ha precipitado el debate sobre el modelo territorial y su posible reforma a través de los mecanismos previstos en la Constitución del 78.

En este contexto, resulta de especial interés revisar las preferencias e identidades territoriales de los jóvenes, que hemos tenido la oportunidad de analizar en la reciente publicación Jóvenes Españoles entre dos siglos 1984-2017. No debemos olvidar que es precisamente este colectivo, el que con mayor razón deberá abalar una posible reforma del sistema, si lo que se pretende es asegurar su continuidad en el futuro.

Comencemos echando un vistazo a los datos de la serie histórica.

Al tratar la cuestión de la identificación territorial puede hablarse de dos grandes períodos, con el año 1999 como punto de inflexión. Para el primer período, de 1989/1994 a 1999, aumentaba considerablemente tanto la identificación de los jóvenes con la “localidad, pueblo ciudad en la que vives” como la “región o comunidad autónoma” y Europa, mientras que decrecía la identificación con España.

Este perfil identitario que mostraban la mayoría de los jóvenes españoles, era un fiel reflejo de las expectativas generadas en torno a las autonomías, para gestionar de manera más adecuada los recursos y la diversidad cultural, patrimonial y lingüística de los diferentes territorios. Además de esto y a diferencia de las generaciones anteriores, los jóvenes de estos años siguieron procesos de educación y socialización dónde se ponía en valor las particularidades regionales (educación en gallego, euskera o catalán).

Este proceso además coincidiría con la reciente adhesión de España a la Comunidad Económica Europea y con ello un visible entusiasmo entorno a las posibilidades de crecimiento económico y proyección de España en el exterior.

Gráfico: Pertenencia a agrupaciones geográficas 1994-2016

Fuente: Jóvenes Españoles entre dos siglos 1984-2017

Desde 1999, la tendencia cambia, cayendo considerablemente como primera opción la región o comunidad autónoma, con un descenso del 6 % hasta el año 2016, aumentando la identificación juvenil como primera opción con España, por un lado, y con “el mundo entero”, por otro, con un incremento de 10 puntos porcentuales en ambos casos y relegando a Europa a la última posición en el ranking de pertenencia geográfica.

Es bastante probable que la mayor identificación con España y la inversión de la tendencia que se dibujaba hasta 1999, responda a un buen número de factores fuertemente entrelazados, como la apertura “apresurada” y rápida a los inmigrantes (España integró en ocho años, y con considerable éxito, lo que otros países de su entorno a duras penas consiguieron en cuarenta o cincuenta años) o la elevación de los discursos nacionalistas de vascos y catalanes en nuestro país. Otro factor que también puede explicar este cambio de tendencia, es el espíritu nacionalista que está renaciendo en todo Occidente, no solo en Europa, como repliegue de fuerzas frente a una globalización que ya está empezando a mostrar su cara menos amable, con la destrucción de puestos de trabajo nacionales o, no menos importante, la falta de autonomía real de los países para decidir su futuro.

La notable reducción de las identificaciones localistas en los últimos años en beneficio de las identificaciones nacionales, es una tendencia que igualmente se destaca en el “Informe Juventud en España 2016” publicado por el INJUVE este mismo año.

La mayor identificación de los jóvenes con España no parece, sin embargo, responder, por lo menos según los datos del CIS sobre preferencias acerca de formas territoriales, a un deseo de una España más centralizada, o no al menos en forma de un Gobierno central sin autonomías, siendo solamente un 8,7 % de los jóvenes de 18 a 24 años los que se decantan por esta opción, frente a un 18,7 % de la población en su conjunto. Tampoco el extremo opuesto, la posibilidad de que las diferentes autonomías se convirtiesen en Estados independientes, parece convencer más a los jóvenes comprendidos entre estas edades que al resto de la población, con un 8,2 % frente al 10,7 % del total de la población. Por el contrario, estos jóvenes destacan fundamentalmente en dos opciones intermedias: “un Estado con comunidades autónomas como en la actualidad”, opción elegida por el 41,8 % de ellos frente al 38,2 % de media y, algo menos, “un Estado en el que las comunidades autónomas tengan mayor autonomía que en la actualidad”, elegida por el 18,9 % de jóvenes frente al 14 % de entrevistados de todas las edades que prefieren esta opción (CIS: Estudio 3168, enero de 2017).

 

Catalanes, vascos y madrileños. Diferencias en la identificación territorial

En nuestro estudio, planteamos a los jóvenes españoles que escogieran las zonas geográficas o lugares con las que se sentían más identificados en primer y segundo lugar, proponiéndoles para ello cinco opciones de respuesta: localidad, pueblo o ciudad en la que vives; región o comunidad autónoma; el país en su conjunto; Europa; el mundo entero.

En este punto resulta realmente interesante comparar los datos entre comunidades que han seguido trayectorias históricas contrapuestas, como pueden ser Cataluña y País Vasco frente a Madrid. No sin antes advertir, que deben ser tomados con cautela dado el número limitado de entrevistas realizadas en cada caso.

A grandes rasgos podemos sugerir tres modelos de identificación territorial diferenciados.

El primer modelo estaría representado por los jóvenes madrileños (también por los andaluces), donde se destacan en primer lugar las identificaciones localistas (con valores entorno al 50%), seguidas inmediatamente por las identificaciones con “el país en su conjunto” (valores en torno al 25%). La identificación con la Comunidad Autónoma, aunque está presente, aparece a bastante distancia de las dos anteriores.

En un segundo modelo entrarían los jóvenes vascos, para los que predomina una fuerte identidad localista y regional, la suma de ambas alcanzaría a algo más del 85% de los encuestados en dicha región. Siendo los jóvenes que en menor medida se identifican con “el país en su conjunto”.

Finalmente, el modelo representado por los jóvenes catalanes se caracterizaría por la presencia de una gran diversidad de identificaciones territoriales. Esto es, son los que en mayor medida han repartido sus preferencias entre las opciones propuestas.

Se identifican en una elevada proporción con “el país en su conjunto”, con valores entorno al 30%, seguido inmediatamente por la identificación con la Comunidad Autónoma (20%). Pero además y esto es un aspecto clave, son los jóvenes que, en comparación con el resto de encuestados, dijeron sentirse identificados en una mayor proporción con la Unión Europea y muy especialmente con el mundo (con valores cercanos al 20%). Probablemente estamos ante una “tercera vía” que se ha abierto paso entre una proporción nada desdeñable de jóvenes catalanes entre el independentismo y el españolismo, reflejo de un fuerte sentimiento cosmopolita.

Antes de cerrar el análisis, conviene echar mano de los resultados de otra de las preguntas incluidas en el informe “Jóvenes Españoles entre dos siglos 1984-2017”, que evalúa en una escala del 1 al 10, las opiniones de los jóvenes con respecto al nivel de democracia, libertad de expresión, respeto por la ley y tolerancia que hay o debería haber en España.

Los jóvenes de la Comunidad de Madrid destacan como los que en mayor medida puntúan positivamente todas las cuestiones: democracia, 6,25; libertad de expresión, 6,11; respeto por la ley y el orden, 5,36; tolerancia, 5,49. Los catalanes se sitúan para estas cuestiones en el extremo opuesto: mínima valoración de la democracia, 3,24 (máxima en el “debería haber”); libertad de expresión, 3,19 (también máxima en el “debería haber”, 9,27); tolerancia, 2,82 (una vez más, máxima en el “debería haber”, 9,27); respeto por el cumplimiento de la ley y el orden, 3,16 (8,58 en el debería haber).

Esta revisión a grandes rasgos de las preferencias territoriales de los jóvenes españoles, dibuja un escenario complejo, para el que resultan de poca utilidad las discusiones que solo contemplan dos posturas enfrentadas (centralistas versus independentistas). Los debates en torno a la revisión del modelo territorial, además de la repartición de recursos y competencias, debieran tener en cuenta la presencia entre nuestros jóvenes de identificaciones duales o incluso múltiples que necesitan encontrar reconocimiento en términos de representatividad.