Enganchados a YouTube. El mundo de las celebridades 2.0

¿Quiénes son los youtubers? ¿Qué hacen? y ¿Por qué se han hecho tan populares?, son algunas de las preguntas que trataremos de responder en este artículo. Todo ello con el objetivo de guiarle en las nuevas formas que tienen nuestros jóvenes para relacionarse y pasar su tiempo de ocio.

Es probable que si usted ha nacido antes de la década de los 90 y su profesión no esté ligada estrictamente al ámbito digital, le sorprenda el hecho de que jóvenes como su hijo pasen horas y horas frente a las pantallas de sus smartphones viendo los últimos vídeos de sus youtubers o blogueros favoritos, convertidos por otra parte, en verdaderas celebridades de nuestro tiempo y por ello en figuras a seguir e imitar por muchos adolescentes y jóvenes.

Hasta el surgimiento de la web 2.0_aquella que permite a los usuarios interactuar y colaborar entre sí_ los contenidos que consumíamos, eran elaborados en su mayoría por profesionales y distribuidos a una audiencia que la empresa de medios fijaba previamente. Entre el productor y el consumidor de contenidos existía una relación unidireccional, sin la posibilidad de que se produjese un contacto inmediato entre ambos. Como podrán intuir, en la actualidad esto ha cambiado diametralmente y nuestros jóvenes se resisten a ser consumidores pasivos. En nuestro días, la información y otros productos simbólicos (fotografías, videos, música) no llegan a nosotros sólo por medios de fuentes profesionales, es decir, las industrias culturales y de contenidos. Y este no es un dato menor. Los jóvenes, en sus habitaciones se lanzaron a explorar su identidad comunicándose con sus pares. ¿Cómo? En un nuevo espacio, el de las redes. En este contexto surgen los youtubers, blogueros, it-girls o influencers. Todos tejiendo conversaciones que combinan lo intimo con lo público, lo local con lo global, lo más intelectual con lo grotesco o extravagante. Creando un nuevo tipo de contenidos que los expertos en comunicación definen como contenidos relacionales y en esto encontrarán la clave de la cuestión.

En términos estrictos un youtuber no es más que un usuario que comparte en esta plataforma un video autoproducido. Los videos cubren un rango de temáticas inabarcable, pero sí que es cierto que en los últimos tiempos se han asentado ciertas categorías de especialización. Entre los más populares podemos diferenciar a los gammers _ que suben vídeos sobre videojuegos_, Vloggers que se dedican a hacer videoblogs o vlogs_, booktubers que comparten su opinión sobre los libros que leen_, los Ciencia que suben contenido relacionado con cualquier tipo de ciencia, ya sea de una manera didáctica o experimental_, o los Comedia que hacen humor por medio de chistes o incluso bromas pesadas. Estos últimos suelen llegar con más frecuencia a los medios tradicionales por haberse extralimitado en alguna de sus jugarretas, en este punto, no pocas voces se han apresurado a identificar indisolublemente a los youtubers con este tipo de comportamientos (en el mejor de los casos) o a toda una generación de jóvenes en el peor de ellos. No se trata de adoptar una postura ingenua “quitando hierro” al hecho de que hay youtubers que intentan ganar más seguidores a consta de humillar o vejar a otras personas, pero la diversidad de contenidos y usuarios que podemos hallar en YouTube, refleja las diferentes voces (y sensibilidades) de los jóvenes del milenio.

“En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos”

Esta frase que fue pronunciada por Andy Warhol a finales de los 60 ha dejado de ser una profecía desde hace algunos años, hoy cualquier usuario con acceso a la red 2.0 es susceptible de convertirse en una celebridad produciendo y compartiendo contenidos.

Como comenta Stuart Dredge en The Guardian, una de las claves del éxito de estas celebrities 2.0 es que brindan a los adolescentes la cercanía que los famosos de toda la vida –cantantes, actrices, futbolistas– no les dan.

“Lo más importante para entender a las estrellas de YouTube es tener en cuenta que el contenido de sus vídeos (…) es solo la mitad de su atractivo. La otra mitad es la conexión con sus audiencias”.

En términos generales la gran mayoría de los youtubers comienzan por un afán de expresar sus inquietudes, impresiones, conocimientos o habilidades sobre un ámbito particular (videojuegos, música, moda o literatura), poniéndolos a disposición de la comunidad de usuarios, que si en último caso los encuentran interesantes, acaban por suscribirse a su canal.

Habitualmente se tiende a poner énfasis sobre la capacidad de influencia que los youtubers ejercen sobre el público joven, entre otras cosas para explicar porque las grandes empresas editoriales, de moda, cosméticos o videojuegos, acaban por contratar a estas jóvenes estrellas para promocionar o difundir sus productos. Pero también es necesario apuntar el gran poder que ejerce la comunidad de usuarios y suscriptores, no solo para encumbrar o hundir a un determinado youtuber en muy poco tiempo, sino también para influenciar el tipo de contenidos que produce. Recordemos que entre los usuarios (productores, consumidores o ambas cosas) se produce un diálogo constante, lo que provoca que habitualmente el tipo de contenidos producidos, se vaya adaptando a las preferencias o a las demandas que van surgiendo en el ámbito de la comunidad. Por eso hablamos de “contenidos relacionales”.

“Visibilidad, Popularidad, Reputación y Autoridad”

En opinión de Raquel Recuero*, estos son los cuatro elementos que explican la creación de celebridades en la web 2.0, dichos elementos combinados con el modelo de negocio que plantea la plataforma YouTube, pueden ayudarle a comprender porque su hijo quiere abrir su propio canal o incluso se plantee un futuro profesional unido al mismo.

La visibilidad permite hacernos presentes en la web y mantener una red social incluso con aquellos que están distantes geográficamente. La popularidad está asociada al número de comentarios, el volumen de audiencia, el número de visitas, etc. Además de la publicidad que se muestra en la mayoría de videos, el modelo de negocio de YouTube se basa esencialmente en la popularidad.

La plataforma suele pagar alrededor de 2 dólares por cada mil reproducciones, seguramente esto no le suene muy atractivo y ciertamente no es fácil de conseguir, pero tiene que pensar en un público potencial prácticamente ilimitado. En el caso de los yotubers más famosos como El Rubius (España),  Pewdiepie (EE.UU) o  Pam Gonçalves (Brasil), llegan a acumular videos con más de 10 millones de visualizaciones, si a eso le sumamos la cantidad de videos que pueden llegar a atesorar en su canal, haga usted la cuenta.

Estas dos dimensiones se alimentan y refuerzan a través de las otras dos. La reputación se relaciona con lo que otros piensan acerca de un usuario en particular, es decir, es una percepción cualitativa. Además como argumenta Recuero, no hay un solo tipo de reputación en los sitios de redes sociales, ya que se asocia con múltiples valores y cada comunidad puede construir así una especie de reputación de acuerdo con la información disponible. De esta manera habrá usuarios o suscriptores que le concedan mucha reputación a un YouTuber porque les gusta el tipo de humor que hace, mientras que otros lo consideran deleznable.

Finalmente la autoridad, que  incluye también la reputación, se mide en términos de redes sociales por la capacidad para generar conversación sobre algo publicado o hablado. Por tanto el número de seguidores en este caso, también puede indicar una medida de la autoridad de la que dispone un determinado usuario.

Resulta fácilmente comprensible que cualquier joven o adolescente quiera disfrutar de visibilidad, popularidad, reputación y autoridad tanto dentro como fuera de las redes sociales. Si a esto le sumamos la posibilidad de ganarse la vida o incluso volverse millonarios haciendo lo que más les gusta, la ecuación queda resuelta. Pero no debemos olvidar el aspecto clave, conseguir y mantener el mayor número de seguidores posible, lo que en algunas ocasiones acaba convirtiéndose en una obsesión peligrosa.

Los youtubers que van adquiriendo cierta popularidad, terminan por imponerse una férrea disciplina en cuanto al volumen y calidad de los videos que deben subir a la semana, sin olvidar, la necesidad de interactuar constantemente con los usuarios que van reaccionando al contenido de los mismos. Solo de esta manera pueden aumentar sus seguidores y conservar (en la mayoría de los casos), su relación con las empresas patrocinadoras. En este sentido, jóvenes que en su mayoría no superan los 25 años quedan sometidos a una presión que puede llegar a aislarles del resto del mundo. Un ejemplo de esto puede encontrarlo en la entrevista que concedió El Rubius a un programa de la cadena Antena 3 en España.

Las tecnologías y todo el universo que rodea a la web 2.0 ocupan un lugar permanente en nuestra sociedad. Tan perjudicial puede ser intentar aislar a los jóvenes y adolescentes de ellas, como desentenderse absolutamente de lo que hacen cuando se conectan a través de sus dispositivos.

En su entrevista El Rubius nos da las claves principales, si su hijo quiere hacerse un canal de YouTube quizás la estrategia más inteligente sea acompañarle en el proceso, interesarse por el tipo de contenidos que más le atraen y tratar de desarrollar en ellos una conciencia crítica que les ayude a utilizar las redes sociales de manera responsable. De la misma manera que tratamos de estar informados de cómo les va en el instituto, en las actividades extraescolares o con su grupo de amigos/as, deberíamos reservar cierto tiempo para informarnos de su actividad en la web 2.0. Es necesario comprender que es en este entorno donde los adolescentes y jóvenes desarrollan una buena parte de su actividad relacional.

Desde aquí les invitamos a que exploren este tipo de plataformas, mejor si es en compañía de sus hijos (pueden llegar a ser guías excepcionales), valoren cuales son los elementos positivos y negativos y en caso de estos últimos, desarrollen estrategias para hacerles frente.

 

RECUERO, Raquel. Um estudo do capital social gerado a partir de Redes Sociais no Orkut e nos Webblogs. En: Revista FAMECOS. Porto Alegre, n.28, p.88-102, 2005.