Formas de participación juvenil en la era digital

La participación constituye una dimensión relevante en la formación de subjetividad de los y las jóvenes[i]. En el caso de la participación online, es posible distinguir tres formas, vinculadas a las dimensiones: 1) amistad o relaciones sociales, 2) cultura u ocio, y 3) política o cívica, siendo la primera la más común entre los jóvenes.

En relación a lo anterior, una de las motivaciones para permanecer en las redes sociales, es la participación en eventos o convocatorias que se realizan a través de estos espacios virtuales ,distinguiéndose entre eventos próximos (convocados por personas con quienes se mantiene un vínculo más estrecho), y distantes (aquellos generados por contactos que presentan un vínculo débil) (García, del Hoyo y Seco, 2013).

Las redes sociales han permitido también un nivel de información y organización en relación a problemas comunitarios, constituyéndose como un importante espacio de utilidad pública. Así, por ejemplo, para el terremoto ocurrido en Chile en 2010 o en Japón en 2011, debido a la saturación de las vías comunicacionales tradicionales, las personas acudieron a las redes sociales para dar cuenta de sus situaciones y comunicarse con sus seres queridos (García, del Hoyo y Seco, 2013).

En lo que respecta a las transformaciones que ha experimentado la participación entre los y las jóvenes, especialmente en relación al compromiso cívico y político, es posible señalar que actualmente las tecnologías digitales han dado paso a nuevas formas de organización y a una comunicación más rápida e inmediata (Valenzuela, 2012). Por un lado, la información fluye a través de distintos canales y permite a los jóvenes contrastar diversos contenidos y fuentes, haciéndolos más críticos y menos manipulables; mientras que, por otro lado, las redes sociales amplifican las posibilidades de participar en la vida pública y, potencialmente, de generar cambios a nivel político y social (Reig y Vilches, 2013).

Aun cuando no existe entre los jóvenes (y adultos) una convicción clara de internet como un espacio de participación política efectiva (véase el gráfico 1), Valenzuela (2012) plantea que, para los jóvenes, su rol como ciudadanos no sólo abarca el activismo político, sino también el organizarse en grupos en torno a causas de interés común, lo que se ve impulsado por la masificación del uso de redes sociales, que no sólo facilitan el flujo de información sino también el que se forjen “nuevas oportunidades de activismo”, y que aquellos que ya tienen una inclinación hacia lo cívico puedan profundizar en su interés y participar en los procesos sociales de esta índole.

Gráfico 1: Latinoamérica (18 países)*: Evaluación de las redes sociales en participación política, jóvenes de 16-29 años y adultos, 2015, en porcentajes

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de la encuesta Latinobarómetro de 2015.
* Incluye: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela.

Un ejemplo de ello fue la movilización de los estudiantes secundarios en Chile el año 2006, en la que el Fotolog jugó un papel fundamental para difundir las actividades del movimiento. El fotolog es una red social que permite compartir fotos junto a una suerte de bitácora o diario de vida del usuario, que para ese entonces se constituía como una de las redes más utilizadas. En el caso del movimiento estudiantil chileno de 2006, los llamados “liceos emblemáticos” (colegios públicos de mucho prestigio en Chile que lideraron las movilizaciones) tenían sus propios fotologs, que se convirtieron en la fuente primaria de información para el resto de los establecimientos educativos, los que a su vez fueron difundiendo en sus propios espacios los avisos que éstos publicaban, ayudando así a organizar a los grupos, mantenerlos al tanto de las noticias del movimiento y a crear una identidad y causa común entre los estudiantes de los colegios y liceos involucrados (Torres y Costa, 2012).

Asimismo, en México destacó el movimiento estudiantil #YoSoy132 en el año 2012, el que surgió a raíz de la visita del entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana. Allí fue increpado por estudiantes, y, ante la cobertura que realizaron los medios tradicionales, que fue catalogada como tergiversada, se subió un vídeo en YouTube denominado “131 estudiantes de la Ibero responden”, lo que posteriormente generó la creación en Twitter del hashtag #YoSoy132, como forma de apoyar a los jóvenes originalmente involucrados (Domínguez, López, y Ortiz-Henderson, 2017).

Por otro lado, las redes sociales jugaron un papel importante en la articulación y el intercambio de información de los grupos de protesta que salieron a las calles de diversos países del mundo musulmán para exigir cambios políticos, en lo que se conoce como Primavera Árabe, y que transcurrió entre los años 2010 y 2013. Howard (citado en Castells, 2012) sostiene que quienes protestaban eran en su mayoría jóvenes cosmopolitas que sentían un fuerte malestar con respecto a la estructura política imperante en sus países, y que tenían un “discurso coherente de agravios comunes” que dieron a conocer, entre otros medios, por medio de redes sociales como Facebook y Twitter. En Siria, por ejemplo, la disidencia política utilizaba la expresión creativa para manifestar su oposición al gobierno, creando por ejemplo series en YouTube (Castells, 2012).

En España también se encuentra un ejemplo del rol de las redes sociales en movilizaciones, especialmente en el año 2011, durante las marchas en diversas ciudades del país, que denunciaban una falta de democracia real y el vínculo entre los principales partidos políticos con los grandes bancos, ignorando los intereses de la ciudadanía. Estas movilizaciones fueron iniciadas por grupos de ciudadanos, y convocadas a través de redes como Facebook o Twitter, debido a la falta de cobertura por parte de los grandes medios de comunicación (Castells, 2012). Los manifestantes jóvenes sentían particularmente este desinterés mediático, por lo que “decidieron explotar sus propios canales de comunicación y su propio lenguaje” para poder difundir las actividades, creando sitios web, realizando videos que luego se retransmitían en internet o abriendo perfiles en diferentes redes sociales (Fernández et al, 2013).

Un estudio de la Fundación MacArthur y CIRCLE (2011), realizado entre más de 2.500 jóvenes de colegios de California, descubrió que el pasar tiempo en comunidades online promueve el compromiso con la sociedad, pues internet puede servir como una puerta hacia un involucramiento mayor offline (voluntariado, participación en la comunidad, acción social, participación en protestas, entre otros). Además, se descubrió que en internet los jóvenes están expuestos ya sea a diversas opiniones políticas o a ninguna, pues en este último caso están desconectados de las discusiones y debates en torno a temas ciudadanos y políticos.

Desde una perspectiva más crítica de lo que implica la participación política de los jóvenes a través de las redes sociales, un estudio realizado por el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica (OJI, 2017), identifica algunos conceptos al respecto, tales como softactivismo, linchamientos digitales, catarsis virtual y enjambre digital. En el caso del primero, refiere a jóvenes para quienes les resulta más fácil “compartir una noticia con alguna frase que les suene revolucionaria o firmar una petición que participar en una manifestación en el escenario menos amable de la realidad, al que habitualmente hay que desplazarse” (OJI, 2017). Por su parte, los linchamientos digitales o catarsis virtual, refieren a quejas, denuncias o pronunciamientos que se realizan en el mundo virtual hacia alguien o una institución, sin que eso llegue a oídos de los verdaderos responsables o implique un cambio necesariamente. En el caso del enjambre digital, se caracteriza por la presencia de individuos aislados que no desarrollan un nosotros y le son extraños los espacios de congregación de masas. No obstante, lo que resulta innegable es que las redes sociales se constituyen como un canal a través del cual los jóvenes se informan de, entre otras cosas, asuntos políticos. Tal como se observa en el gráfico 2, después de la televisión, las redes sociales se ubican en el segundo lugar de los medios que utilizan los jóvenes latinoamericanos para informarse, a diferencia de los más adultos, para quienes la radio se posiciona en el segundo lugar, también seguida de la televisión.

Gráfico 2: Latinoamérica (18 países)*: Cómo se informa de los asuntos políticos. Jóvenes (16 a 29 años) y adultos, 2016, en porcentajes

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de la encuesta Latinobarómetro, 2016.
* Incluye: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela.

Desde visiones más optimistas (Reig y Vilches, 2013), se plantea que la red en la actualidad se utiliza cada vez menos para evadirse de la realidad y más para mejorarla, y este uso que se da a internet entrega a los jóvenes y adolescentes –desde que son niños– diversas posibilidades de participación online (conversar, opinar, etc.) que no siempre se dan offline, lo que los ha acostumbrado a dialogar y a integrar en sí mismos el derecho a tener una voz que reclama ser escuchada por parte de aquellos que tienen poder. Se plantea que la expresión de la voluntad a través de las redes sociales, que son “lugares públicos observables, medibles y cuantificables”, puede hacer que la democracia evolucione desde el sistema representativo a un sistema de gestión de la voluntad popular, que hoy en día se expresa de manera clara y abundante en internet (Reig y Vilches, 2013).

 

Autores: Andrea Murden y Jorge Cadenasso[ii]

 

Notas:

[i] Este texto es un fragmento de la tercera parte del documento elaborado por sus autores titulado: Ser joven en la era digital. Una aproximación a los procesos de construcción de subjetividad.

[ii] Consultores de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, supervisados por los funcionarios de la misma institución Ernesto Espíndola y Guillermo Sunkel.

 

Bibliografía
  • Castells, M. (2012). Redes de indignación y esperanza. Madrid: Alianza Editorial.
  • Domínguez, F., López, R. y Gladys Ortiz-Henderson (2017), “Redes sociales digitales y participación política de jóvenes universitarios de México y Chile: una revisión de estudios”. Revista Latinoamericana de Ciencias de la Comunicación, v. 14, n. 26, 2017.
  • Fernández, A., Feixa, C., & Figueroas, M. (2013). “15-M En España: diferencias y similitudes en las prácticas comunicativas con los movimientos previos”. Última década21 (39), 115-138.
  • Fundación MacArthur y Center for Information and Research on Civic Learning and Engagement (CIRCLE). (2011). Does the Internet Make for More Engaged Citizens? Extraído el 1 de septiembre de 2017
  • García, M., del Hoyo, M. y José Alonso Seco (2013), “La participación de los jóvenes en las redes sociales: finalidad, oportunidades y gratificaciones”. Anàlisi Monogràfic 2013 95-110.
  • OJI (Observatorio de la Juventud en Iberoamérica) (2017), Jóvenes españoles entre dos siglos 1984-2017. Madrid: Fundación SM.
  • Reig, D. y Luis Vilches (2013), Los jóvenes en la era de la hiperconectividad: tendencias, claves y miradas. Madrid: Fundación Telefónica/Fundación Encuentro.
  • Torres, R., & Costa, P. (2012). “Uso e impacto de las redes sociales de internet sobre las movilizaciones juveniles en Chile: ¿hacia nuevas formas de organización colectiva?”. En: Souza, M.D., Cabello, P., & Del Valle, C. (2012). Medios, edades y cultura. Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera.
  • Valenzuela, S. (2012). “Redes sociales online y ciudadanos jóvenes: en busca de nuevas formas de comunicación y participación política”. En: Roveda, A., & Rico, C. (2012). Comunicación y medios en las Américas. Entre la gobernanza y la gobernabilidad. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2012.